miércoles, 5 de marzo de 2014

Calle de las Huertas de Madrid




Nadie que llegue a Madrid con un poco de marcha en el cuerpo abandonará la capital sin haber pasado por la calle Huertas. Más aún, muchos de los jóvenes que llegan a la ciudad lo hacen con la brújula orientada a esta vía que corre paralela a la de Atocha, desde la Plaza del Ángel a la de Platerías, la más conocida y frecuentada de las que conforman el Barrio de las Letras madrileño.
Nadie hubiera pensado por sus antecedentes que Huertas acabaría siendo la zona de marcha por excelencia. Como fácilmente se deduce, la calle toma el nombre de las huertas que por aquí había, propiedad del convento de San Jerónimo o del marqués de Castañeda.
En los siglos XVII y XVIII fue lugar donde se reunían numerosos maleantes, relata Federico Bravo Morata en su libro “Los nombres de las calles de Madrid”. Por si fuera poco, el mismo escritor refiere que “durante algún tiempo hubo por aquí un pequeño huerto que se llamó de los descabezados, por haberse encontrado enterrados en él varios muertos, con la extraña circunstancia de que a todos ellos les faltaba la cabeza, sin que entonces ni después se haya sabido dónde fueron a parar las cabezas de hasta cinco víctimas de la extraña degollación”. 
No especifica Bravo Morata si este huerto es el cementerio de San Sebastián, que se encontraba a la espalda de la iglesia de esta advocación, punto donde se inicia la calle de Huertas. Para eliminar cualquier tinte dramático, actualmente este rincón está ocupado por una floristería. A partir de aquí se abre ante el visitante una oferta variopinta y cosmopolita en los apartados gastronómico y de los brebajes. Muy raro ha de ser para que no encuentre algo de su agrado.
Pero no solo de comercio y de bebercio se nutre el visitante, vive Dios. Pues que nos hallamos en el Barrio de las Letras lo primero que observará es que el suelo por el que transita está sembrado de citas literarias de autores españoles y de paneles verticales con una breve semblanza de los mismos escritores.
Don Quijote y Cervantes, para empezar. En este caso la cita resulta que ni pintiparada puesto que aquí mismo, en el número 18, vivió don Miguel, como recuerda una placa instalada por el Ayuntamiento, y un poco más abajo, a la izquierda de la calle, fue a descansar eternamente del peso de su fama en el Convento de las Trinitarias, donde ahora se vuelven a buscar sus restos extraviados.   
Enfrente de la morada cervantina se alza una casona señorial que hace esquina con la calle del Príncipe: el palacio Goyeneche, luego de Santoña. Un palacete del siglo XVI, reformado en el XVIII, con intervención de José de Churriguera y Pedro de Ribera, autor de la portada que abre a Huertas. A finales del XIX la casona fue adquirida por el político liberal José Canalejas. De ella salió el 12 de noviembre de 1912 cuando le encontró la muerte mientras contemplaba el escaparate de la Librería San Martín de la Puerta del Sol. El anarquista Pardiñas acabó con su vida de dos disparos. Sus herederos vendieron en edificio a la Cámara de Comercio e Industria de Madrid. Actualmente se encuentra en obras.
El visitante sentirá la tentación de adentrarse en un espacio que se abre en el lado de los pares de la calle. Se trata de la Plaza de Matute, lugar recoleto que desemboca en la calle Atocha. Por hoy resistirá la tentación y seguirá su paseo.  
En la misma acera de los pares, esquina con la calle León, se alza otro palacete singular. Diseñado por el arquitecto Villanueva, es sede de la Real Academia de la Historia. El edificio se mira con otro igualmente cargado de tradición: aquí estuvo la Asociación General de Ganaderos, heredera del Honrado Concejo General de la Mesa.
Palacetes y casonas se alternan con restaurantes y bares sin cuento pero también con tiendas de ropa, de decoración, librerías. El visitante se sorprende de encontrar cerrada la Librería La Celestina, especializada en publicaciones teatrales. Un poco más adelante, también encontrará cerrada una vieja fontanería. Son testigos de la crisis, en un sector muy vapuleado por los recortes.
Empero, no le faltarán ofertas. Para todos los gustos y presupuestos. Aquí está el Vi Cool de Arola, o el Populart, con sus actuaciones musicales en vivo. Y casi al final de la calle, esquina con la de Jesús, la cervecería El Diario. El visitante tiene ante sí un rincón por donde ha pasado lo mejorcito del periodismo español. Ese edificio alto que tiene enfrente –a las traseras del Ministerio de Sanidad- fue sede durante años del periódico Pueblo, escuela de periodistas, que aquí aliviaban la sed, alimentaban sus jornadas interminables, compartían confidencias y conspiraban con idéntico entusiasmo.
“¿No se lee en este país porque no se escribe, o no se escribe porque no se lee? Esa breve dudilla se me ofrece por hoy, y nada más. Terrible y triste cosa me parece escribir lo que no ha de ser leído…”, se lamenta Mariano José de Larra, desde el suelo que mira hacia la sede del periódico desaparecido.
El visitante habrá ido con tiento, se supone, y llegará al final de su recorrido en plenitud de facultades. Más le vale porque aquí al lado tiene la Comisaría de Policía. Y un poco más allá, en el centro de la Plaza de Platerías, una fuente. Puesto que en la ciudad ya no se usa lo de tirar al pilón a nadie, no es cuestión de darse de bruces en el agua motu proprio.
Siempre queda la opción de reiniciar el recorrido, Huertas arriba.

5 comentarios:

  1. Mi barrio favorito!!!!!!!!!!!!!

    Necesito 48 horas madrileñas, aviso:)

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  2. He pensado en tí mientras lo recorría, lo fotografiaba y lo escribía.
    Aquí te espero.

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  3. En cuanto vuelva a escaparme no me lo pierdo :)

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    Respuestas
    1. ¿Seguro que no pasaste por aqui? Ya me extraña...

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    2. Estuve cerca pero no pasé, la próxima vez será parada segura

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