domingo, 7 de febrero de 2016

In-Congruencias

 
Como es harto conocido, en la Carrera de San Jerónimo se levanta el Congreso de los Diputados. Ocupa el solar donde otrora se alzaba el convento del Espíritu Santo, que se quemó en 1823, y fue inaugurado en 1850 por la reina Isabel II.
A ambos lados de su portada principal, que solo se abre en ocasiones solemnes, se encuentran los famosos leones, lugar muy apreciado por los visitantes para fotografiarse como recuerdo de la visita al Congreso. Hasta hace unos meses, se podía acceder fácilmente, incluso fotografiarse ante la puerta. Ahora ya no. En las navidades pasadas, un retén policial advertía de que no se podía superar el segundo escalón. Hoy, unas vallas impiden la aproximación a la escalinata.
Así, resulta que los ciudadanos, que sostienen con sus impuestos el funcionamiento del Congreso y que eligen en las urnas a los diputados, no pueden siquiera aproximarse al edificio y, en cambio, se permite el acceso y se le reserva escaño a Pedro Gómez de la Serna, investigado por la Audiencia Nacional bajo la sospecha de formar parte de una organización delictiva.
Legal, sin duda, pero incongruente.
En el muy castizo barrio de Lavapiés se alza la iglesia de San Lorenzo que por sí sola resume la historia de España. Levantado sobre el solar ocupado anteriormente por la sinagoga, se convirtió en parroquia independiente en 1799. en 1851 sufrió un incendio que dejó el edificio en mal estado, fue restaurado, pero el 20 de julio de 1936 fue incendiado y totalmente destruido. Reconstruida a partir de 1942 fue reinaugurada en 1950.
Son famosas sus fiestas en honor al santo patrón, en torno al 10 de agosto, y en los primeros días de mayo, la celebración de las “mayas”, cuando las calles aledañas a la iglesia se llenan de altares florales presididos por adolescentes, en los que se ofrecen rosquillas y ramos de romero.

Pues bien, esta parroquia castiza se convirtió también en el lugar de acogida del culto de las diferentes colonias de inmigrantes latinoamericanos que en los años de bonanza económica llegaron a España buscando una vida mejor que la que les ofrecía su país. Cada domingo, la estación de metro de Lavapiés se llena de devotos que salen de misa de doce o de una. Vienen hasta aquí de todos los barrios de Madrid para rezar ante la Virgen del Cisne, los ecuatorianos, el Divino Niño, los colombianos, y la Virgen de Cotoca, los bolivianos.
Esta tarde, de la iglesia de San Lorenzo ha salido una procesión bullanguera y multitudinaria. Pero, al contrario que en otras ocasiones, la procesión no era en honor de ninguno de sus patronos religiosos, sino en defensa de la Tierra.
Salvemos la Tierra. No a Monsanto, rezaba algunas pancartas, en alusión a la empresa agroquímica americana. Eso es congruencia.

2 comentarios:

  1. como el yin yang, las imbecilidades y los actos inteligentes están a la orden del día, solo que aquí predomina la primera más que la segunda, no hay equilibrio.

    Saludos

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  2. Y que raro encontrársela en la calle.
    Un beso

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