viernes, 6 de mayo de 2016

Iglesia de San Sebastián de Madrid, el Hola de las letras y las artes

No es la más bonita, ni la más antigua, ni la más grande. La iglesia de San Sebastián de Madrid no es nada de lo dicho pero es la más vip de las parroquias de la capital. Aquí fueron bautizados Tirso de Molina, Ramón de la Cruz, Leandro Fernández Moratín, José Echegaray, Jacinto Benavente y hasta Luis Candelas. Aquí se casaron Juan de la Cierva con María Quiñones, Mariano José de Larra con Josefa Wetoret, José Zorrilla con Florentina O'Reylly, Gustavo Adolfo Bécquer con Casta Esteban, Mariano Fortuni con Cecilia Madrazo, Ramón del Valle Inclán con Josefa Blanco, Rafael Gomez "El Gallo" con Pastora Imperio y Antonio Buero Vallejo con Victoria Rodríguez. Y aquí se oficiaron los oficios de difuntos a la muerte de Miguel de Cervantes, Félix Lope de Vega Carpio, Juan Ruiz de Alarcón, Luis Vélez de Guevara, Juan de Villanueva, José de Espronceda, Ventura de la Vega o Jacinto Benavente. Más de dos millares de celebridades guardan sus archivos. El Hola de las artes y las letras al completo, como se ve. 

Lope de Vega fue, además, enterrado en el cementerio parroquial y por aquí deben andar sus huesos o el polvo enamorado de aquellos huesos, perdidos para siempre en alguno de los levantamientos de osamentas usuales en la época. Mejor suerte corrieron los restos de Juan de Villanueva y Ventura Rodríguez, arquitectos que contribuyeron a realzar la fisionomía de la villa y corte, que reposan en "la capilla de los arquitectos" adonde llegaron a finales del siglo XIX procedentes de San Francisco el Grande.

En la misma capilla, llamada también de Nuestra Señora de Belén en su Huida a Egipto, descansan las víctimas del 2 de mayo de 1808, "feligreses que eran de esta parroquia", según reza una lápida descubierta en el lugar. No lejos de esta capilla se encuentra la de la Novena, también llamada de los cómicos, por contar entre sus devotos a muchos actores de teatro.

La iglesia ocupa un solar entre las calles de Atocha, San Sebastián y Huertas, en la frontera del barrio de las Musas, hoy conocido como barrio de las Letras, de ahí el famoseo de su parroquia. A su archivo y no a su arquitectura le debe, pues, su condición de Bien de Interés Cultural que ostenta desde 1969.
La primitiva iglesia de San Sebastián se fundó en 1541 y fue demolida en 1550 para construir una obra nueva que concluiría en 1578 y se ampliaría en 1612. En la guerra civil fue atacada por un bando y por su contrario. En el verano de 1936 grupos de anticlericales la saquearon e incendiaron su interior y en la premonitoria fecha del 20 de noviembre del mismo año la aviación franquista remató la obra de los anteriores. Solo quedó en pie la cabecera, la mencionada capilla de los arquitectos, la torre campanario y la fachada que daba a la calle Atocha. 
Finalizada la guerra, se trató de reconstruir la iglesia, encomendándose la tarea a Francisco Íñiguez Almech. Se cambió su orientación, trasladando el altar mayor a una de las naves y el acceso principal, que estaba en la calle San Sebastián, pasó a la calle de Atocha. La antigua torre, que era una de las más altas de Madrid, quedó inacabada. El resultado es una construcción de considerables dimensiones y un tanto caótica, con rincones notables como la susodicha capilla de los arquitectos y algunos lienzos de Lucas Jordán. El altar mayor es obra de los Talleres Granda. La escultura del santo titular es copia del San Sebastián que Berruguete hizo para el convento de San Benito de Valladolid, una especie de Apolo en éxtasis. Si te interesa una descripción pormenorizada de la iglesia puedes encontrarla aquí
Ya se ha dicho que en un rincón entre las calles de Huertas y San Sebastián se encontró el cementerio parroquial, también conocido como el de los cómicos. Aquí fue enterrada la actriz María Ignacia Ibáñez, apodada la Divina. Su enamorado, José Cadalso, protagonizó un episodio propio del romanticismo del momento, al tratar de desenterrar a su amada para contemplar sus restos, lo que, según la leyenda, evitaron los criados del Conde de Aranda. Hoy, ocupa el viejo camposanto una floristería conocida como el Jardín del Ángel, una especie de isla espiritual en el tráfago madrileño. 

2 comentarios:

  1. Adoro esa esquina que suele llevarse la última mirada antes de la despedida.
    Un beso

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por la información

    ResponderEliminar

Lo que tú digas