lunes, 24 de enero de 2011

24 de enero


24 de enero, reza el calendario.

A las horas que escribo, más o menos, una banda de pistoleros entraban en un despacho laboralista donde unos abogados jóvenes atendían las consultas de trabajadores y sindicalistas. Buscaban a un sindicalista de CC.OO. pero entraron disparando indiscriminadamente. Mataron a cinco personas e hirieron a otras cuatro.

Los asesinos pertenecían a la extrema derecha. Los asesinados, al partido comunista, entonces todavía ilegal.

El entierro constituyó una prueba para el incipiente sistema democrático. El PCE salía a la calle con su propia organización. La extrema derecha era sentada en el banquillo.

Cuando ocurrió, un escalofrío de terror cruzó el país de extremo a extremo. Nos asaltó el temor de que un destino fatal nos empujaba inexorablemente a matarnos entre nosotros. Nos libramos a fuerza de voluntad y olvido.

Algunos de quienes resultaron heridos han muerto ya. Frente al edificio donde estaba el despacho de abogados se levanta un monumento en su memoria sobre el que hoy cuelgan coronas de flores depositadas por el Partido Comunista y por Izquierda Unida a las que quisiera unir mi recuerdo.

A los muertos:
Enrique Valdevira Ibáñez
Luis Javier Benavides Orgaz
Francisco Javier Sauquillo Pérez del Arco;
Serafín Holgado de Antonio;
Ángel Rodríguez Leal.

A los heridos:
Miguel Sarabia Gil
Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell
Luis Ramos Pardo
Dolores González Ruiz

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