martes, 24 de enero de 2012

Cuando ocurrió la matanza...


Cuando ocurrió la matanza aún no sabíamos que estábamos viviendo una etapa de esplendor democrático, como nos cuentan ahora. Por entonces, nos debatíamos entre el temor a una involución civil liderada por quienes no se daban por aludidos de la muerte de Franco, que eran miles, muchos de ellos muy poderosos, y el miedo a una asonada militar de la que se hablaba a diario en la prensa del régimen o próxima a él.

Cuando ocurrió la matanza, aún no sabíamos que estábamos protagonizando un tiempo prodigioso en el que todos empujaban hacia un horizonte de paz y prosperidad. Por entonces yo había vivido un episodio por el que nadie me había pedido disculpas: un guardia civil, joven, inexperto y aterrorizado, me puso su metralleta en el cuello y sólo los hados me libraron de que apretara el gatillo y me dejara seca en plena calle.

Cuando ocurrió la matanza, la modélica transición ya había superado los famosos “sucesos” de Vitoria: la policía entró a fuego en una iglesia donde se habían refugiado cientos de obreros y mató a cuatro de ellos. Y por esos días habían caído dos de los nuestros: uno por un grupo de ultraderecha y otro por un disparo de la policía.

Cuando sucedió el asalto al despacho de abogados muchos ya sabíamos que no había vuelta atrás. Quienes habían ostentado y sustentado el poder seguían a los mandos.

Entraron a saco: dispararon a matar. Y mataron. Mataron a cinco personas comprometidas socialmente. Tres abogados, un estudiante de Derecho y un administrativo. Dejaron malheridos a otros cuatro. Por una de esas piruetas con que en ocasiones obsequia el destino, de aquella matanza se libró una amiga muy querida que ese día y a esa hora debía estar en Atocha 55.

Lo hicieron así, en pleno centro de Madrid, porque sabían que iban a gozar de impunidad. Detuvieron y juzgaron a algunos pero nadie se preocupó en investigar a los instigadores de la masacre. Dos de los autores se fugaron. El entierro fue la puesta de largo del partido comunista. El Partido. Pero eso es ya historia.

Cuando ocurrió la matanza, yo tenía dos hijas pequeñas y me impuse como norma que crecieran libres para elegir y sin miedo. Han pasado 35 años y creo que lo he conseguido.

8 comentarios:

  1. Es emocionante, gracias por el esfuerzo.

    Un abrazo apretao

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tita: te aseguro que, treinta y cinco años después, aún me cuesta esfuerzo hablar de ello. Fueron unos días terribles. Sólo cabía rendirse a la conformidad o rebelarse por sí misma y por quienes nos seguirían.

      Eliminar
  2. Estoy con Tita, como emociona leerte, que gran satisfacción conseguir lo que una se propone.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En este caso, para conseguir mi propósito conté con una buena materia prima. Muy buena.

      Eliminar
  3. Soy hija educada con libertad para elegir, para afrontar los miedos y superarlos, y entender que jamás debían venir impuestos por nadie, ni siquiera por una mayoría. A estas alturas de mis casi cuarenta me siento así. Sé que esta educación es la más compleja para unos padres, de ahí que agradezca tanto la valentía a los míos.

    Ahora yo intento educar igual a mi niña, y a sus casi once años cada día me sorprende más, por lo bien que ejerce su libertad, más allá de lo que crea yo y lo que crean sus compañeros de cole.

    Muchas gracias por vuestra lucha y por enseñarnos, además, que es también la nuestra.

    ResponderEliminar
  4. Hace ya treinta y cinco años, para algunos una vida y para otros un recuerdo vívido en la retina y el corazón, mucho ha pasdo en este país desde entonces, pero no conviene olvidar que volver atrás es sencillo, un día te callas y en otro par, ya no puedes decir nada.

    gracias por el relato y felicidades, sin duda lo has conseguido.

    ResponderEliminar
  5. Pilar, siempre es un gusto encontrarte.
    Dicho sea de paso: qué guapa estás en la foto de tu avatar. Te recuerdo que tenemos pendiente algo.

    ResponderEliminar

Lo que tú digas