sábado, 16 de febrero de 2013

Menos mal que nos queda Portugal



Cuando el 25 de abril de 1974 se proclamó en Portugal la llamada revolución de los claveles en España la dictadura permanecía aún sólidamente asentada. La canción que había desencadenado el levantamiento militar era un tema compuesto Zeca Afonso: Grandola vila morena.

La canción, muy popular ya en Portugal, se extendió rápidamente entre la juventud española. Para quienes ya peinamos canas es un tema indisolublemente unido a un tiempo de esperanza, de apuesta por el futuro, de plenitud. Portugal hizo una ruptura impecable y, en muchos aspectos, envidiable.

Ayer, un grupo de portugueses se presentó en su Parlamento y, mientras hablaba el jefe de gobierno, Passos Coelho, se puso de pie y entonó Grandola vila morena. El momento tiene algo de épico. La sociedad civil se persona ante el poder legislativo y le recuerda que hubo un momento en que tuvo el poder y se lo encomendó para su gestión.

El primer ministro portugués guardó silencio y, luego, reconoció que entre todas las causas que podía haber para interrumpir su discurso, ésta era la de mejor gusto. Dos días antes, el presidente del Congreso de los Diputados, Jesús Posada, había expulsado de mala manera a un grupo que protestaba desde la tribuna de invitados contra una intervención del portavoz del PP. 

Una década más tarde de la revolución de los claveles, el grupo gallego de rock Siniestro Total sacó su tercer álbum, que contenía el tema Menos mal, que nos queda Portugal. Para entonces Franco hacía nueve años que descansaba definitivamente en el Valle de los Caídos, Tejero también descansaba en un penal para ver si conseguía calmar sus aficiones golpistas y quienes habíamos entonado con fé y entusiasmo Grandola vila morena, repetíamos el estribillo de los Siniestro, un escalón antes del Asturias, patria querida. Así es la vida.

6 comentarios:

  1. ¡Ay, Portugal! ¿Por qué te quiero tanto?

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  2. Pues eso, a ver si se nos pega algo de esa transición, verdadera y pacífica....

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    1. Para mí que tendremos que acabar haciendo la ruptura que no hicimos en su momento. Verdadera y pacífica pero ruptura.

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  3. Demasiada tristeza en esas notas, demasiado dolor en nuestros gritos, demasiado ruido en todo caso que nos impide pensar con cuidado y decidir cómo vamos a acabar con esto y diseñar un nuevo modelo.

    Un abrazo a ritmo de fado

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