lunes, 20 de mayo de 2013

Mujeres y religión: la judía Bonnie Ras


Las religiones aspiran al poder absoluto, a controlar a las personas. Todas. Y todas tienen también fijación con las mujeres: las mujeres como representación del peligro, de la tentación, siempre como sujetos a tutelar. De esta manera, nada más peligroso que una mujer autónoma, capaz de pensar y decidir por sí misma.
La Inquisición llevó a la hoguera a miles de mujeres acusadas de brujería, cuando en verdad se trataba de mujeres singulares poseedoras de una cultura y unos conocimientos que el clero creía les estaban reservados en exclusiva.
Estos días ha sido noticia la oposición de judíos ultraortodoxos a que las mujeres recen ante la sección del muro de las lamentaciones de Jerusalén que les está reservado, con las prendas que ellos usan para orar. Los hombres tienen una amplia franja del muro reservada para sus oraciones. Las mujeres disponen de un espacio menor pero exclusivo para sus rezos.  La protesta, vista desde fuera, es un sinsentido. Pero si observas con atención, responde a una lógica. Perversa, pero lógica. Los ultraortodoxos –vale decir los defensores de las esencias religiosas- no quieren que las mujeres asuman lo que han venido siendo signos sólo suyos: la kipá, el taled, el kadish… 
Hasta ahora, la ley amparaba a los rabinos radicales pero recientemente la justicia ha dado la razón a las mujeres. Los rabinos responden que si quieren rezar con sus aditamentos que lo hagan en privado.
La confrontación ha llegado a tal punto que se ha buscado un mediador para que encuentre una fórmula que conforme a todos.  Sharansky, el mediador, ha propuesto que se utilice una plataforma que cubre unas excavaciones arqueológicas y que se alza sobre el muro como lugar de oración igualitario. La propuesta está bien, responden las mujeres, pero la justicia nos dio la razón y nos permite leer la Torá con el taled, en la zona reservada a las mujeres en el muro. Nunca pedimos otra cosa.
Una mujer lidera el reivindicativo: Bonnie Ras, norteamericana de nacimiento. Vengo de una familia muy comprometida con la lucha por los derechos civiles en mi país, ha declarado.
Ese es el quid de la cuestión, lo que explica este tipo de luchas. No se trata de dónde o cómo rezar, de qué vestir para hacerlo, se trata de una cuestión de derechos, de la posibilidad de elegir si se quiere o no rezar y en caso afirmativo, hacerlo como cualquier ciudadano. No es un capricho, ni cabezonería ni obstinación: es un derecho de ciudadanía.  Y en eso, en la lucha por los derechos civiles, las mujeres en general y las feministas en particular tenemos una larga experiencia.

3 comentarios:

  1. Andar reclamando derechos donde están los privilegios de los demás es dar coces contra el aguijón.
    ¡Mira que si va dios y las escucha!¡Qué papelooooooón!

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  2. Quizás si consiguen ser reconocidas como iguales en un asunto tan "espinoso" puedan provocar algún cambio, o quizás es que me convenzo erroneamente de que las mujeres no pueden ser tan extremistas.

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  3. Desde luego que sin reclamar, no les va a venir nadie a dar. Por algún sitio hay que empezar.

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