viernes, 17 de mayo de 2013

Por Dios y por España

Quienes contamos los sesenta hemos vivido más de la mitad de nuestra vida bajo la tutela omnipresente de las normas eclesiales. La todopoderosa iglesia católica dictaba lo que estaba bien y lo que estaba mal, no sólo en el ámbito moral, que sería comprensible, sino en la vida civil. Sobre todo en la vida civil.

Así, nos acostumbramos a encontrar en las fachadas de todas las iglesias unos enormes cartelones con la lista de los “caídos por Dios y por España”. Encabezados siempre por el nombre de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española, partido de corte fascista, allí estaban los nombres de quienes habían muerto durante la guerra civil española en el bando de quienes se habían levantado contra la República. Muchos de ellos de forma alevosa, sin duda. Otros, empuñando las armas frente a quienes defendían la legalidad y un concepto distinto de España y de Dios.

Quienes contamos los sesenta hemos jugado al corro cantando “por dios, por la patria y el rey lucharon nuestros padres, por dios, por la patria y el rey lucharemos nosotros también” sin ser muy conscientes del significado de la coplilla y sin que, al parecer, sus efectos nos hayan condicionado demasiado en lo que concierne al dios, a la patria o al rey. Con la misma naturalidad nos acostumbramos a vivir a la sombra de aquellos cartelones.

Cuando se recuperó el sistema democrático, algunos ayuntamientos sustituyeron aquellas placas por otras en las que se recordaban a quienes habían dado su vida por la patria, sin distinción de ideologías. La iglesia se resistió cuanto pudo a la eliminación de carteles en “sus” fachadas, incluso cuando aquellas fachadas fueran rehabilitadas a costa del contribuyente. Finalmente, la ley de la Memoria Histórica, en su artículo 15.1, estableció que las Administraciones Públicas, “tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura”.

La medida se resiste. En no pocas poblaciones permanecen los carteles que recuerdan a quienes dieron la vida por SU Dios y por SU patria. Y ahí siguen, 76 años después de haber terminado la guerra: presentes. Que su persistencia nos sirva, al menos, para entender adónde conduce la intolerancia.  

La iglesia tiene estas cosas: el inmovilismo está en su naturaleza pétrea. No sólo en la iglesia. A lo que parece, el inmovilismo y el meapilismo están incrustados en el adn de la derecha española. Hoy, el gobierno ha aprobado el anteproyecto de una nueva reforma educativa que establece otra vuelta atrás. La religión recupera la preponderancia que antaño tuvo y su evaluación se equiparará a las materias troncales. A costa del presupuesto público, naturalmente. Ese que no alcanza para becas ni para investigación. En un país cuya constitución (art. 16.3) consagra que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”.

4 comentarios:

  1. A veces tengo la sensación de que esos tiempos no se han ido nuca y que permanecen ¡¡¡PRESENTES!!! no ya en nuestra memoria, sino en cotidianeidad (y lo digo a propósito).
    Las lápidas a la luz y las tumbas en las cunetas.

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  2. Eres un sinvergüenza.

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  3. Es lógico que la Igesia católica mantenga en sus fachadas los nombres de quienes se alzaron contra ese ominoso régimen que gobernó en España entre 1931 y 1936, organizador del último genocidio vivido en Europa Occidental, junto con el de la Alemania nazi. Aquel régimen indigno asesinó a muchas personas por el mero hecho de ser católicos, por lo que es lógico que la Iglesia mantenga los nombres de sus fieles asesinados en los pueblos de España. Más duro se hace que en una supuesta democracia se dediquen institutos y calles a individuos como Dolores Ibárruri, Santiago Carrillo o Francisco Largo Caballero. Porque le aseguro que a muchos españoles nos produce el mismo salpullido ver institutos públicos de enseñanza dedicados a Dolores Ibárruri. Que también se pagan con nuestros impuestos.

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