martes, 3 de septiembre de 2013

No es fácil

No es fácil inventar un estado capaz de acoger a todos los ciudadanos, cualquiera que sea su capacidad adquisitiva, su credo, su ideología. Porque no es fácil, quienes hemos alcanzado la mayoría de edad sabemos lo que ha costado. Crear una estructura de asistencia sanitaria universal y gratuita que es modelo y referencia en el mundo entero; crear una red de centros de enseñanza públicos que consagra el principio de igualdad; crear un sistema de pensiones mediante el compromiso intergeneracional, de manera que quienes hoy trabajan financian la pensiones de quienes están jubilados, como éstos financiaron con sus cuotas las pensiones de quienes les precedieron y contribuyeron a engrosar el Fondo de Pensiones. 

No es fácil crear un estado moderno, igualitario, solidario. Pero creíamos haberlo logrado. No era perfecto, también lo sabíamos, y pensamos que era posible subsanar sus fallos mediante el pacto y el acuerdo entre quienes defienden una posición y quienes defienden la contraria. Es la única forma de llegar a un consenso, entendíamos.

Por eso cuando la transición tragamos con cosas que siempre pensamos que eran inasumibles: la monarquía, el mantenimiento del franquismo, la permanencia de una red clientelar en cuyas manos está el dinero y el poder en España desde que existe el dinero, el poder y España. Tragamos pensando que era una forma de alcanzar un consenso que siempre es mejor una imposición.

No es fácil tampoco inventar un idioma, una lengua. Son necesarios siglos de práctica, de aprendizaje, de consensos también. Esto es una mesa, esto es política, esto es verdad, esto es mentira porque así lo hemos aceptado después de siglos de práctica.

No es fácil, no. Pero creíamos haberlo conseguido. Teníamos un idioma rico, heredero del latín, del griego, del árabe, trufado del francés, del inglés... Un idioma capaz de asumir las aportaciones científicas y las castizas, de adaptarse a las últimas tecnologías y de mantener los arcaicismos. Un idioma rico, en suma. En el que alardeábamos de llamar a las cosas por su nombre.

Pues bien, nos están hurtando el estado de bienestar y el idioma al mismo tiempo. Han empezado por denominar crisis a lo que es una gran estafa que deja a salvo a los estafadores y penaliza a los estafados. Y, al socaire de la llamada crisis nos han cambiado el lenguaje de manera que ahora el paro es un avance social, el retorno a la explotación es una reforma laboral, la reducción salarial hasta el nivel de miseria es un ajuste estructural y el recorte de pensiones es un incremento lineal. 

Con todo y ser grave lo que está ocurriendo lo peor es que nadie reacciona. Nadie reaccionamos. Los más, porque nos creemos a salvo; quienes no lo están porque temen perder lo poco que aún conservan; quienes han perdido todo... ¿Por qué callan quienes no tienen nada que perder? Es un misterio.

Ayer, la secretaria general del partido que sostiene al gobierno, que a mayor abundamiento fue secretaria general técnica del Ministerio de Trabajo y por lo tanto debe saber de lo que habla, se unió a la algazara que ya había levantado su jefe -y a la vez jefe de gobierno- a propósito de la mejora laboral. Las cosas se están arreglando a pesar de quienes tratan de desestabilizar a este gobierno, vino a decir, y añadió: Mañana vamos a conocer el mejor dato de paro desde el año 2000.

El mejor dato de paro que vieron los siglos supone un descenso de 31 personas en un colectivo de 4.698.783 personas. La información omite el dato de que el número de afiliados a la Seguridad Social -es decir, los trabajadores que cotizan- ha disminuido en 99.069 cotizantes, situándose en un nivel de 16.327.687 ocupados. 

¿Qué hacer cuando no se es partidario de las soluciones violentas? Defenderse con el razonamiento, con la palabra. Para eso sirve un blog. Para repetirte cada día que hemos sido capaces de crear un estado de bienestar que hay que defender y reconstruir. Para diferenciar entre el lenguaje limpio y el metalenguaje, aquél que utiliza las palabras para expresar lo contrario de lo que significan. 

Así, pues, hoy me pongo ante esta página para repetirme que esta no es una crisis sino una estafa, que los estafadores están bien atrincherados en sus torres de marfil saqueando el erario público en tanto que los estafados permanecemos mirándonos el ombligo. Me pongo a escribir, una vez más, para no olvidar que tenemos un idioma rico que es capaz de diferenciar entre desempleo y empleo, entre crecimiento y estancamiento, entre progreso y regresión, entre avance y retroceso, entre mentira y verdad.

La verdad es que nos están robando el bienestar y el lenguaje. La verdad, a veces, es dura. Pero la mentira es siempre criminal.  

6 comentarios:

  1. Llevo todo el día esperando tu post sobre ésto.

    31 es una cifra que conocemos todos ¿acaso has visto tú a 5.000.000?

    Sólo quieren ponérnoslo fácil, mujer.

    Fin de la cita.

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    1. Más quisiera yo que ver a esos 5.000.000 diciendo que hasta aquí hemos llegado, Tita.

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  2. Si, nos engañan; lo peor, que les creemos.

    Saludos

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    1. Creer, creer, no lo tengo muy claro.
      Bienvenido a la cotidianeidad, Emilio.

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  3. ¿para que sirve esribirlo? ¿para qué sirve pensarlo? Para al menos no discurrir por la vida como aquellos desgraciados del "soma, soma" del mundo feliz.

    Me encanta leerte enfadada, eres la mejor.

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    1. Servir, seguramente para nada, excepto para no sentirte cómplice. Y que, cuando pase el tiempo, podamos decir a nuestros herederos: me mantuve de pie. Triste consuelo, sí.
      Gracias, guapa.

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