martes, 28 de octubre de 2014

Pablo el Barriles era así


El pasado mes de agosto hablaba aquí sobre Pablo de Pablo, el popular Barriles de mi pueblo. Me sorprendía entonces que un hombre que fue tan popular en Aranda no tuviera ninguna referencia en el mundo virtual.

La pregunta, en el fondo, era: ¿Qué rastro dejamos de nuestro paso por este mundo? ¿Cómo nos recordarán cuando nos hayamos ido para siempre? Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, concluía Agustín Díaz Yanes en su película del mismo nombre.

Pero, no, no es verdad. Siempre dejamos estela. La dejamos en nuestra familia, en nuestros amigos, en quienes nos conocieron, en quienes ayudamos, en quienes no lo hicimos, en quienes dimos buen ejemplo, en quienes escandalizamos, en quienes sonreímos, en quienes tratamos desconsideradamente, en quienes fuimos amables. En el recuerdo de lo que fuimos y de lo que hicimos.

Pablo el Barriles era tal como lo relaté pero era mucho más que eso. Sus hijos podrán dar fe de ello. Sus amigos guardan una imagen particular, cada cual la suya. Hay quienes le recuerdan como cazador, con ese olfato infalible que desarrollan quienes conocen bien el terreno que pisan. Quienes hablan de su conocimiento del río, de los ríos que atraviesan Aranda. Los hay que le recuerdan jovial y dicharachero, en el merendero de sus dominios. Aquella broma que él gustaba repetir frente a un guiso de conejo, cuando ya todos lo habíamos probado y habíamos elogiado sus habilidades culinarias. Sí, me costó cogerlo pero me ha quedado bueno este gato…   

Era una buena persona, pero no solo: era un hombre inteligente. Con esa inteligencia de quienes se han enfrentado a la vida. Quienes tuvimos la fortuna de recorrer con él los montes que rodean Aranda sabíamos con certeza que, si nos perdíamos en aquel territorio, de nada nos servirían nuestras habilidades profesionales ni nuestros laureles académicos: sólo Pablo sabría cómo sacarnos de allí, sólo él sobreviviría sin ayuda.   

La naturaleza y Pablo venían a ser sinónimos. Hubo un tiempo en que los árboles se convirtieron en elemento de especulación en la villa. Se talaron riberas y parcelas de monte sin demasiados escrúpulos. Pablo se lo contó a la periodista con indignación. Ni saben ni preguntan, se lamentaba. Le habló de lo que costaba repoblar un bosque, de cómo había que entresacar y plantar… Un domingo nos llevó a un grupo de amigos al monte de La Calabaza para mostrarnos los destrozos que propiciaba el gobierno municipal del momento. (Contra lo que pudiera parecer, la corrupción no es un invento actual). Se conocía el monte como el salón de su casa. Cada camino, cada trocha, cada cuesta, cada hondonada, cada variedad de pino, cada encina, cada madriguera…  

Ellos, los árboles de la Calabaza, de Costaján, el Bañuelos, el Arandilla, el Duero, mantendrán, seguramente, el recuerdo de Pablo de Pablo, el Barriles en la memoria indeleble de la tierra y el tiempo.

No sólo ellos. Al hilo del post de agosto, un antiguo compañero de Aranda, Antonio Miguel Niño, me envía unas fotos de Pablo de aquellos años. Son unas fotos en blanco y negro hermosísimas en las que se ve a nuestro amigo en su ambiente, junto al río, con sus barcas, sus cañas, con sus niñas. “Cuando las encontré lo primero que pensé fue en tu blog y en el post”, me dice. Así que traigo aquí esas fotos para que quede constancia en la memoria fugaz o no de los bits. Así era Pablo de Pablo, el Barriles.

Te parece extraordinario porque era tu amigo pero personas como Pablo el Barriles, afortunadamente, hay muchas, me dice el colega cuando le muestro las fotos. Seguro que tiene razón. El Barriles y las personas como él nos salvan y nos redimen de esos otros famosos de medio pelo que pueblan y saturan las redes digitales y que se encuentran sin dificultad en san google. Los que nutren las gürtel, tamayazos, ERE´s, cursos de formación, pujoles, preferentes, púnica y operaciones similares.


4 comentarios:

  1. Para esto sirve escribir. En este texto la diferencia entre quienes juntamos las letras y quienes son capaces de ahormarlas para moldear el mundo.

    Cuando te alejas de la realidad cotidiniana para poner en acento en lo que importa más allá del escandalazo del siglo que apenas dura un telediario en el canderlero, es cuando más te admiro.

    Un beso

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    1. Mari Pili, tenemos que echar unas risas sin mucho tardar. Luego ya si eso, vemos el resto.
      Besos.

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  2. Tampoco nos pongamos estupendos, en dos o tres generaciones, nadie se acuerda de nadie, salvo que acometas algo para la posteridad y esto lo tienen al alcance solo unos poquitos.

    Saludos

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    1. Hay quien cree haber salvado al mundo y en cuanto se da la vuelta todo salta por los aires. Estoy pensando en Cela o Umbral.

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