martes, 20 de septiembre de 2011

Israel, Israel



Cada cual tiene derecho a sus preferencias, sin más justificaciones. Una de mis preferencias es Israel. Tengo por uno de mis mejores regalos vitales la oportunidad de haber conocido aquella tierra martirizada, haber visitado los lugares que creyentes de tres religiones consideran sagrados y por los que millones de seres humanos han dado su sangre. Aunque no comparta ninguna de las razones que han empujado las luchas que ensangrientan ese rincón de Oriente Medio desde hace milenios. Ninguna.
Cuando digo Israel, pienso en los israelíes, los naturales o ciudadanos del Estado de Israel. Pienso en mis amigos, judíos y palestinos, encerrados en 22.145 kilómetros cuadrados –algo menos que la Comunidad Valenciana-, unidos por el ansia de supervivencia y separados por alambradas y muros de hormigón. 
Pienso en los niños de Jaffa frecuentadores del Centro judeo árabe, en los niños judíos de Jerusalén flanqueados de un adulto armado hasta los dientes en su ir y venir al colegio. 

Pienso en los jóvenes judíos de Mea Shearim, envenenados de odio al diferente desde el vientre materno; en los jóvenes palestinos de los territorios ocupados, envenenados de indiferencia y abandono, en constante riesgo de morir y de matar y pienso en Gilad Shalit, soldado israelí secuestrado por Hamas en la franja de Gaza.   
Cuando pienso en Israel pienso en los grupos y asociaciones judíos y palestinos, minoritarios pero influyentes, que trabajan en sus respectivas comunidades por la paz. Pienso en sus esperanzas y desesperanzas, en sus momentos de pesimismo, en esos instantes en que sienten la tentación de abandonar.  


Cuando digo Israel pienso en las muchas pintadas en favor de una Palestina libre que he encontrado en cualquier rincón del mundo y en el anhelo de muchos judíos de tener una patria reconocida. No soy equidistante, sé porque lo he visto por mí misma, que en Israel hay una crisis de derechos humanos pero creo que la paz debería ser posible.
Lo pienso hoy, cuando el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mamud Abas, se dispone a solicitar el ingreso de Palestina en la ONU. Tienen casi todo en contra pero alguna vez David sale triunfante. Inshallah. 

1 comentario:

  1. Inshallah.

    Es casi inconcebible como un pueblo como el judío ha podido calzarse las botas de quienes les negaron el pan y el sal para hacer lo mismo con quienes deberían ser más que vecinos.

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