domingo, 19 de junio de 2011

19J en Madrid


A lo largo de mi vida he ido a manifestaciones de todo tipo. Suele pasar cuando se van cumpliendo años. Sólo en una ocasión he ido sola, el resto, siempre acompañada. Cuando mis hijas eran pequeñas me las he llevado conmigo, cuando era posible.

Hoy, nos han acompañado un sobrino y su amigo, venidos de fuera expresamente a conocer el movimiento 15M y a participar en la manifestación 19J. 

 Están deslumbrados por lo que sucede alrededor. Desde Atocha, se ve llegar una columna de miles de personas. Nos adelantamos para coger sombra en Neptuno, donde se ha fijado el encuentro de las seis columnas que, desde primera hora de la mañana, han partido de distintos puntos de Madrid.

Desde muy temprano, la policía ha acordonado el área en torno al Congreso de los diputados y ha sellado las calles que conducen a la Carrera de San Jerónimo. En la confluencia de esta calle con la glorieta de Neptuno se ha colocado una gran pancarta en la que se pide “Respeto”. Es la única que puede atribuirse a la organización, si tal término cabe en un movimiento como el que nos convoca este día.

Hay miedo a que alguien monte bronca. Lo ocurrido en Barcelona ante el Parlament pesa en el ambiente. Nadie quiere que se repitan los incidentes. A través de twitter se lanzan indicaciones sobre qué hay que hacer en caso de que alguien suscite la mínima violencia: acorralar a los violentos y fotografiarlos. Sospechamos que hay interés en criminalizar y desautorizar al 15M.

Lo comentamos con nuestros jóvenes acompañantes. Me parece que están un poco in albis políticamente. Pertenecen a la generación criada entre algodones: la de “que a los niños no les falte de nada”. Y ese nada incluye todos los aparatos electrónicos que salen al mercado, todos los cursos que puedan mejorar su curriculum, todos los viajes que mejoren su conocimiento de idiomas. No incluye formación humanística, sentido de la disciplina, cultura del esfuerzo, iniciativa y autonomía personal. Hasta ayer mismo, lloraban por los rincones porque no se les reconocía como los reyes del mambo. La generación mejor formada de la historia, dicen que son.

Están descubriendo el mundo. En un momento, oigo que mi sobrino le comenta al amigo: “Son muy enrollaos”. Se refieren a nosotros. Enrollaos, no te fastidia.

La gente fluye desde todas las calles de alrededor. Miles de personas, sin duda. Hay ambiente de fiesta. A nuestro lado, una orquestina toca sones bailones. Seguimos la música, coreamos los eslóganes, bailamos, aplaudimos. Hace un sol de justicia.

Luego, nos vamos a comer. Se los ve emocionados. Han vivido una experiencia religiosa. Les da parlanchina. A mí también y les digo que sean conscientes de que están viviendo su mayo del 68.

- Para lo que valió…, responde el amigo de mi sobrino.

Pacientemente, les explicamos para qué valió aquél mayo de hace 43 años. El empuje del feminismo, la igualdad de derechos, por mencionar pequeños detalles. Les hablamos de Daniel Cohn-Bendit, un perroflauta del 68, hoy europarlamentario, que ya el año pasado tuvo el acierto de advertir en el Europarlamento lo que iba a pasar con Grecia si apretaban las clavijas más de lo debido. Sin que lo hicieran el mínimo caso.

Como sospechaba, no tienen idea de quién es Cohn-Bendit. Y, tal como tantas veces he reprochado a mis padres, creyendo que no tenían razón, me encuentro comentando con mi chico la falta de formación política de gente joven.

- Están muy verdes, le comento.

- Como nosotros a su edad, opina él.

- Ni comparación, nosotros estábamos más politizados.

- Sí, por eso Franco se murió en cama de puro viejo, zanja la discusión.

Dejamos a nuestros jóvenes en la acampada de Sol, donde se anuncia una asamblea general, y nos vamos a casa. Entre el calor, la caminata y el vinillo de la comida, estamos tronzados.

Las estadísticas, como siempre, calculan la asistencia entre una horquilla que va de las 40.000 a las 200.000. Seamos los que seamos, deberíamos ser tenidos en cuenta. Y yo, como nuestros jóvenes invitados, estoy contenta de haber asistido al 19J de Madrid.  

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