jueves, 15 de noviembre de 2012

Otra huelga es necesaria

La de ayer fue la novena huelga general convocada desde la muerte del difunto. Cinco lo fueron frente a gobiernos socialistas, una contra UCD y dos contra gobiernos conservadores.

He seguido algunas y otras, no, según lo que me dictaba la conciencia en cada caso. La situación en 2012 es de las que reclamaban un seguimiento masivo de cualquier protesta pero la huelga del 14-N me ha pillado ya fuera del mercado. Creo, pues, que estoy en posición de opinar sin ningún condicionante personal. Debemos pensar en otras formas de protesta. La huelga, tal como se interpreta hoy, no favorece los intereses de los trabajadores.

La huelga es un mecanismo de defensa heredado del siglo XIX cuando el trabajo carecía de cualquier regulación y los trabajadores de cualquier protección. Desde entonces, el sistema laboral ha evolucionado notoriamente pero así como las patronales se han organizado eficazmente y han sabido adaptar sus estrategias a cada momento los sindicatos parecen haber anclado sus mecanismos en un tiempo que nada tiene que ver con el actual.

La huelga, el cese voluntario y unilateral del trabajo por parte del trabajador como mecanismo de protesta, tiene un valor simbólico y otro efectivo. El primero apunta principalmente a quien ostenta el poder político: estos son mis poderes, vienen a decirle los sindicatos. El segundo, afecta al empresario y, más directamente, al trabajador, que ve mermados sus ingresos en la cuantía correspondiente al periodo no trabajado.

Pero actualmente no todas las empresas y no todos los empresarios son equiparables. No es lo mismo la Renault o Volkswagen, que gestionan presupuestos y cuentas de resultados de muchos dígitos, que una frutería de barrio. Y no todos los trabajadores están en la misma posición a la hora de decidir si trabajan o hacen huelga. No es lo mismo un funcionario, incluso con los recortes de derechos que ha introducido la última reforma laboral, que un empleado en una pequeña empresa, un interino o un temporal. Aunque los recortes afecten a todos las consecuencias, no. En última instancia, la primera incidencia de la huelga es sobre la economía del huelguista.

La reforma laboral aprobada por el gobierno Rajoy es la manifestación de la supremacía de la patronal sobre los sindicatos a la hora de diseñar las relaciones laborales. Contra lo que viene afirmando el gobierno, la reforma no es una modernización del mercado laboral, sino un retorno al feudalismo. Son los poderes económicos quienes dictan las leyes de vasallaje a las que someten a los trabajadores-vasallos, tras haber privado a éstos de cualquier capacidad de defensa.

Hoy, los trabajadores han perdido casi todos los derechos que, tan dificultosamente, habían ido conquistando a lo largo del siglo XX. Mientras los poderes económicos han modernizado su armamento, los trabajadores salen al campo de batalla con las mismas armas que utilizaban en el siglo XIX. Se adentran en la guerra nuclear armados con un tirachinas.

Warren Bufflett, uno de los hombres más ricos del mundo, cuya fortuna se ha basado esencialmente en la especulación, lo advirtió ya en 2006. “Por supuesto que hay guerra de clases. Pero es mi clase, la clase rica, la que está librando la guerra y vamos ganando”. Desde entonces, todas las batallas les han sido favorables a los ricos. El poder político está rendido a los pies del poder económico.

La huelga es un gesto hacia el gobierno, un pellizco de monja a la patronal y una merma salarial al trabajador. Hay que repensar otras herramientas de combate más acordes con los tiempos que vivimos.
Desde el feminismo se planteaban algunas propuestas para intervenir en la huelga de ayer con nuevas armas.  Huelga de cuidados, huelga de consumo.

Ahí es donde se puede hacer daño a los nuevos señores feudales: dejar de consumir, dejar de comprar, sacar el dinero de los bancos. Repetir esas operaciones tantas veces como sea necesario.

De acuerdo con los últimos datos oficiales, en octubre había 16.736.727 personas ocupadas en España. Si ayer cuatro millones de esos trabajadores, menos de un 30% del total de quienes tienen trabajo, se hubiera dirigido a su entidad bancaria y hubiera sacado lo que tiene depositado en su cuenta, el poder económico hubiera sentido el aliento en el cogote. Aunque hoy lo hubiera vuelto a ingresar. Para tenerlo disponible en la próxima oportunidad que fuera necesaria una huelga.

Naturalmente, en tiempos de dominio tecnológico, hay iniciativas mucho más osadas pero que podrían rozar la ilegalidad y de esa medicina ya ha tomado dosis suficiente Wikileaks. Pero no comprar un día a la semana o disponer del dinero propio son mecanismos absolutamente legales y que no operan contra los intereses de los trabajadores. 

Quizá haya llegado el momento de pensar en otras herramientas porque así como otro mundo es posible, otra huelga es necesaria.

8 comentarios:

  1. Me temo que tu propuesta va a caer en saco roto.
    ¡Si le debemos al banco más de lo que tenemos! (hipoteca, préstamos personales, tarjetas de crédito....)
    Y los ricos no te van a hacer caso.
    En cuanto al consumo: ¿Vas a renunciar al café, al cine, a los zapatos nuevos? ¿A la bisutería y al chocolate del loro?
    Aún así creo que esto es una olla a presión que va a reventar en algún momento, aunque las religiones tratarán de abrir la válvula.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si no hacemos algo realmente efectivo no es que vaya a renunciar al café, al cine, a los zapatos, a la bisutería y al chocolate, es que nos van a quitar la posibilidad de acceder a ello, directamente.
      Coincido en que estamos a presión y esto puede saltar en cualquier momento. No sé si las religiones están en situación de empezar otra cosa que el gorigori

      Eliminar
  2. No se si una huelga es necesaria, en el sentido que hoy entendemos una huelga, yo iría con una tensión sostenida en el tiempo, grandes manifestaciones, movimientos ciudadanos informando y denunciando las irregularidades de nuestra democracia y de las inmoralidades de algunos políticos, huelgas de carácter sectorial. Resumiendo actuando de la misma manera que lo hizo Viriato y que inventamos nosotros, la Guerra de Guerrillas, es de la única manera que entiendo se puede conseguir algo.

    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La guerra de guerrillas es eficaz y, en cierta medida, es lo que inició el 15-M. Respuestas concretas a situaciones concretas.
      Será eso o será otra cosa pero algo diferente habrá de ser.
      Saludos.

      Eliminar
  3. Totalmente de acuerdo, este sistema arcaico se rompe por las costuras. Ni estamos en el siglo XIX, ni nada que se le parezca, hay que encontrar otro modo de protestar, de luchar, de pelear, de ofrecer alternativas, porque ni nuestras formas de representación, de elección o participación son las que precisamos.
    Hay que salir de este encierro absurdo e inventar un nuevo modo, antes de que nos impongan el viejo sistema de la esclavitud por hambre y miedo.
    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Se nos ha quedado pequeño el corsé. Hay que encontrar otros modos porque vamos directamente a un neofeudalismo. Sitiados por el miedo.
      Besos, guapa.

      Eliminar
  4. Si ni siquiera tenemos el apoyo de los nuestros que ni hicieron huelga,consumieron, no hicieron mas que repetir que esta huelga no iba a servir para nada, que ellos estaban en contra de los recortes pero que no tenían nada contra su jefe como para hacer huelga (te juro que todo esto y mas me lo han dicho) y lo peor, el bulo que corre desde hace tiempo de que los sindicalistas metemos la huelga como "horas sindicales" y así ese dia lo cobramos igual. Enseño mi próxima nomina al que quiera verla, mi dia será descontado igual y puedo afirmar que el dia 14 me cansé muchísimo más que si hubiera trabajado, eso si, dormí con la conciencia tranquila de haber hecho lo que tenía que hacer.
    PD la foto del post me suena ;) jajaja cada vez que la veo se me pone la carne de gallina....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estamos en una operación de desmontaje sindical de libro. Igual que ya lo hizo Thatcher en Gran Bretaña y aún están pagando las consecuencias. Hay que descalificar a los sindicatos y a los partidos para dejar el campo libre a sus mangoneos. Bien es verdad que unos y otros -sindicalistas y políticos- se están comportando como berzas pero, en tanto no inventemos otra forma de representación, ellos son quienes defienden nuestros intereses.
      La foto, sí, tristemente nos vamos pareciendo a ellos.
      Besos.

      Eliminar

Lo que tú digas