martes, 18 de febrero de 2014

La magia de Santa Lucía del Trempal


Hay lugares que emiten señales indefinibles, lugares que llamamos mágicos para simplificar porque no somos capaces de explicarlo de otra manera más científica. Lugares en los que se alza una ermita sobre los cimientos de otra iglesia románica que a su vez se levantó sobre los restos de una basílica visigoda, que utilizó las piedras de un enterramiento anterior.
¿Qué lleva a los hombres a venerar a sus dioses en esos lugares y no otros? En ningún caso la casualidad. Corrientes telúricas, cálculos astrales, conocimientos profundos del movimiento de los planetas determinan los caminos y los puntos donde confluyen energías ignoradas por el común de los mortales. Las leyendas hablarán luego de apariciones sobrenaturales –con sospechosa preferencia por pastorcillos- que indican el punto donde quieren ser veneradas, puntos donde se producen fenómenos y confluencias que requieren de una sabiduría que tampoco está al alcance de cualquiera.
Santa Lucía del Trampal debe ser uno de esos puntos. En el entorno donde actualmente se levanta la estructura de una iglesia visigoda han sido hallados restos muy anteriores de objetos y lápidas de carácter religioso. Se supone que los sillares con los que se levantó el templo actual procedían de un templo dedicado a Ataecina, deidad prerromana, datado en el siglo VI antes de la era cristiana.
La iglesia es de planta basilical de tres naves, un crucero y tres ábsides. Es un raro ejemplo de arquitectura visigoda en el sur de la península y esta rareza dificulta su datación entre el siglo VII, influencia visigoda, o el VIII, influencia mozárabe. Fue reconstruida en parte en el siglo XV para dejarla en una sola nave cubierta por arquerías ojivales. Es en esta época cuando se pone bajo la advocación de Santa Lucía. El monasterio permaneció hasta el siglo XVIII pero durante la invasión francesa fue utilizado como fortín y establo.
Semi cubierto por la vegetación y totalmente cubierto por el olvido permaneció arruinado hasta que a finales del siglo XX fue restaurada tal como puede verse actualmente. La Junta de Extremadura ha abierto un centro de interpretación donde se explica la historia del monumento.
Santa María delTrampal está en la comarca de Montánchez, cerca de Alcuéscar. El acceso está bien señalizado pero hay que estar atentos a la salida para no despistarse en un pueblo de calles estrechas y empinadas.  En nuestro caso, sólo la pericia conductora de Valdomicer nos libró de montar un número pero no impidió que por un rato nos convirtiéramos en atracción del vecindario que tomaba posiciones para ver si éramos capaces de salir del atolladero.
En nuestra memoria, sin embargo, permanece la belleza del paraje, en la falda de la Sierra del Centinela. A la caída de la tarde, la luz nos regala un paisaje que parece irreal de tan bello. A lo lejos se distingue el castillo de Montánchez, del que nos separa una llanura con dehesas de alcornoques. A riesgo de ser redundante, no se me ocurre una forma más científica para describirlo que decir que nos hallamos en un lugar mágico.

2 comentarios:

  1. Sin la menor duda, la magia impregna el lugar, que no solo es precioso, sino que tiene ese algo más dificil de explicar pero imposible no sentir, y más en buena compañía.

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  2. Otra excursión de lo mas bonita e interesante, sigo tomando nota de todo incluido el acceso jajajaja... para veros por un agujero.Besos

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