miércoles, 13 de enero de 2016

El niño de Bescansa y las pelotas de goma

Se estrenaba hoy la legislatura más imprevisible desde 1977, con un Congreso de los Diputados en plena ebullición. Más de la mitad, nuevos. Cuarenta y siete años de edad media. El 40% de mujeres, la paridad soñada. Muchos descorbatados, algunas rastas, Pedro Gómez de la Serna, el diputado popular por Segovia, investigado bajo sospecha. La mundial.
Bajo el principio de que sólo hay una vez para una primera impresión, cada cual ha preparado su entrada triunfal como mejor le ha parecido. El grupo valenciano de Compromís se ha hecho acompañar de una charanga típica de la tierra. Juan López de Uralde, de Equo, integrado en Podemos, ha llegado en bici. Otros, con mochila. Carolina Bescansa, con su niño de seis meses. Para qué queremos más.
Las redes sociales, ese patio de vecindad ecuménico, se han puesto a cien. Unos a favor, la mayoría en contra. ¿Dónde se ha visto, que la mujer se lleve a los niños al trabajo? Que lo deje en la guardería del Congreso, que para eso está. ¿No tiene padre ese niño? Utilizan a los niños para la foto como otros los utilizan para la mendicidad. Y así todo.
Rajoy habrá respirado aliviado por la iniciativa de Bescansa, que ha centrado todas las miradas y ha distraído la atención de su diputado sospechoso. Rajoyes aparte, Bescansa es una mujer afortunada por poder elegir si quiere llevar a su niño al trabajo, elección que a la mayoría de las mujeres les es negada, y, puesto que ha elegido llevárselo, me parece que esa imagen de la diputada dando de mamar al bebé ha hecho más por la conciliación que muchos discursos. Ha dado carta de naturaleza a un hecho incontrovertible pero ignorado: las mujeres tienen hijos y trabajan y ambos hechos son frecuentemente incompatibles o, cuando menos, difíciles de conjugar.
Carmen Chacón ha alegado que el Congreso dispone de guardería, donde las diputadas pueden dejar a sus niños y recogerlos en el momento de la lactancia. Comentario ponderado que, no obstante, olvida algo esencial: el valor de la imagen. Precisamente, ella, protagonista de otra imagen icónica: una ministra de Defensa embarazadísima y pasando revista a las tropas, que tanto hizo por la incorporación y la normalización de las mujeres en la milicia.
El niño de Bescansa ha alcanzado tal protagonismo que un diputado con humor, o sarcasmo, lo ha votado para presidir la Cámara. Lo que nadie se ha preguntado es qué hacen con sus niños los diputados-papás. ¡Ah! ¿Que los diputados no tienen niños? No, lo que no tienen es problema para ser diputado y padre. La conciliación, pese a todo, sigue siendo problema exclusivamente de las mujeres.
No sé a qué viene tanto ruido, comento en familia, durante la comida, la mayoría de mujeres tenemos que cargar con los niños cuando no tenemos con quien dejarlos y los llevamos donde haga falta. Incluso a las manifestaciones, dice la Heredera mayor, que nos acompaña hoy.
El comentario, aparte de cierto, no es gratuito y es recurrente. Siendo mis hijas muy pequeñas, se convocó en Aranda una manifestación para reclamar el desvío de la N-I, que aún pasaba por el centro de la población ocasionando largas caravanas y no pocas molestias, además del riesgo de accidentes. La Heredera pequeña aceptó quedarse con una vecina pero la mayor se negó: ella quería venir conmigo y no hubo manera de convencerla. Como la manifestación estaba autorizada y se suponía que era pacífica, me la llevé. Fue lo que se llama una manifestación multitudinaria y sosegada pero, de repente, la policía decidió disolverla y sin más, se puso a disparar pelotas de goma. Yo cogí a la niña para protegerla justo en el momento en que una pelota pasó a nuestro lado. La pelotita, la pelotita, reclamó la niña. Y, sí, cogimos la pelotita, con gran alborozo de mi Heredera.
Por esas cosas que tienen los niños, la pelota de marras se convirtió en uno de los juguetes favoritos y motivo de disputas con la Heredera pequeña. Yo quiero que me lleves donde las pelotitas, reclamaba a veces la pequeña. Durante un tiempo, en cuanto venía alguien a casa la Heredera mayor sacaba su pelota de goma, como trofeo de guerra. Pero, ¿esto no es...?, preguntaba el visitante advertido. Ná, decía yo, que no sé de donde lo ha sacado la niña. Es una pelota de la policía y nos la hemos encontrado en una manifestación, aclaraba ella.
La pelota permaneció en casa durante más tiempo que la mayoría de juguetes y no hay año que, por una razón o por otra, no salga a relucir en las conversaciones familiares, con gran regocijo de las Herederas. Teníamos unos juguetes que no tenía ningún niño, dice la Heredera mayor con humor.
Lo que tienen que hacer ahora los diputados, y el único gesto verdaderamente eficaz, es presentar leyes que faciliten la conciliación a unas y otros, no solo a ellas, digo yo, por zanjar la historia. 

4 comentarios:

  1. Carolina Bescansa a la que se acusó sin piedad de no ser feminista, ha conseguido hoy que todos y todas hablemos de bebés, de madres, de padres, de conciliación y eso vale.
    Por otra parte esa imagen de personas normales y corrientes ocupando el Congreso es emocionante.

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    1. Podemos en general ha desatendido bastante al feminismo y en ese punto Bescansa ha sido su profeta. Lo que no merma simbolismo a su presencia hoy.
      Por otra parte, no es la primera vez que entran en el Parlamento personas normales y corrientes, de hecho, con frecuencia han sido demasíado corrientes. Lo que ha venido ocurriendo es que, una vez en sus escaños olvidaban quien los había llevado y a qué habían ido. Esperemos que ahora no ocurra.

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  2. Seguramente el hecho de haber tenido dos hijas, una de ellas ha tenido que dejar de trabajar para cuidar a los dos hijos menores ( 9 y 7 años), sus contratos tampoco le dejaban tiempo a conciliar, la segunda, no tiene hijos, siendo como es Trabajadora Social, estando al albur de las ayudas que ofertan las administraciones, no puede permitirse, dice ella, ni tener hijos, asi que entiendo a la Bescansa y lo que simboliza.

    Saludos

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    1. ¿Ves? Ese es un problema que nunca tienen los hombres, qué suerte la suya, oye. Sus contratos siempre les permiten conciliar.

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