lunes, 8 de octubre de 2012

La Casquería: De libros, relojes y salchichones

Lo último en moda de ciudad son los mercados de diseño. Lo último quizá para sobrevivir. En Madrid, se han remodelado los mercados de San Miguel, junto a la Plaza Mayor, y el de San Antón, en pleno barrio de Chueca. En el primer caso, la remodelación ha buscado aprovechar el flujo turístico que circula por la zona ofreciendo un enclave para el picoteo y la compra de exquisiteces. El éxito ha sido tan extraordinario que corre el riesgo de aplastarlo por lo difícil que resulta encontrar un hueco donde tomar una cerveza o comprar queso sin hacer cola.

El mercado de San Antón ha intentado una mezcla de oferta: el primer piso se ha configurado como mercado al uso –en plan amor y lujo, pero mercado- y las plantas superiores como una gastroteca con terraza y vistas al barrio.
 
En general, todos los mercados han debido adecuar su estructura a las demandas del consumidor. En Lavapiés, el mercado de San Fernando ocupa parte de la parcela en la que se levantaron las primeras Escuelas Pías, incendiadas en los prolegómenos de la guerra civil, otra parte de la cual se ha convertido en biblioteca y centro de la UNED. Hace años el Ayuntamiento acometió también su remodelación y llevó a su primer piso el ambulatorio médico que demandaba el barrio y dejó en la planta baja el mercado con sus puestos tradicionales.
 

Los puestos tradicionales habían entrado en crisis antes de que lo hiciera el país entero así que el mercado languidecía a ojos vista y amenazaba de cierre. Pero la crisis agudiza el ingenio y donde unos han visto pared otros han imaginado ventanas. Los puestos que han cerrado se han ido abriendo con otras ofertas. Allí está una tienda con cervezas de medio mundo –La buena pinta- a unos precios muy interesantes que pueden degustarse en el mismo lugar o llevarse a casa. Allí está una tienda de productos gallegos o extremeños –Lo mejor de mi tierra- con quesos, embutidos, dulces, vinos o pimentón, por señalar algo de su amplia oferta. Un puesto de comida para llevar –Komoencasa- o lugares donde adquirir productos ecológicos: Huerta del Sol y la Repera.

Los nuevos ocupantes y los de siempre han unido esfuerzos para organizar actividades que hagan del mercado un punto de reunión para los vecinos del barrio. Así, el sábado montaron una pisada de uva dirigida a los niños, una clase de labores tradiciones, para los aficionados al “hecho a mano”, y una degustación de pinchos vascos, para el público en general. El mercado estaba a rebosar.

Y allí, en un rincón de la fachada que mira a la Plaza de Agustín Lara, donde hubo una casquería, algunos asistentes adquirían libros al peso. Sí, al peso. En sus balanzas de comercio. El puesto estaba concurrido porque tiene además un rincón de lectura, donde varios niños leían ajenos a lo que sucedía alrededor.

“Un libro ha de construirse como un reloj y venderse como un salchichón”, advierte un panel, y “a su manera, cada libro es muchas cosas”, añade otro. La oferta de este puesto es muy variada y hay prácticamente para cualquier gusto. Con el valor añadido de que algunos libros tienen un pequeño comentario, escrito a mano, en el que se indica lo que el lector encontrará al abrirlo.

La Casquería, que tiene su propia web, tan repulida como el puesto real, es una iniciativa deslumbrante que merece tener éxito económico. Porque si algo nos puede salvar de esta crisis inclemente que está arrastrando con lo mejor de lo que habíamos logrado construir es la educación, el conocimiento, la formación de un criterio propio, la cultura. Eso que proporciona un buen libro, en La Casquería lo venden a 10 euros el kilo.

5 comentarios:

  1. Otra idea estupenda con los libros como protagonistas ya que te veo reportera ¿te acercas a Libros Libres y nos cuentas a los de provincias?

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así lo haré pero, tal como me han contado unos amigos, es tal como aparece en su web. El secreto son las suscripciones que, aunque voluntarias, les permitirían subsistir

      Eliminar
  2. Qué buena presentación, me encantaría ir, pero me echa para atrás tanta gente!

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Al contrario, Tita, excepto en convocatorias especiales, no hay mucha gente. A los niños les encanta

      Eliminar
  3. Pues nada, voy a tener que ir. Me decían mis padres que nos les había ido mucho, pero yo creo que mis gustos son más parecidos a los tuyos.

    ResponderEliminar

Lo que tú digas