jueves, 23 de enero de 2014

Curriculum nivel Carromero



Davos es una ciudad suiza en la que cada año se reúne la crema de la intelectualidad. ElForo de Davos es la versión moderna de “Poderosos del mundo unidos”. Durante una semana, gobiernos, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, personalidades destacadas de la economía, de la política, de las ciencias sociales exponen su criterio sobre cómo podría arreglarse el mundo. Con poco éxito, si hay que atenerse a la deriva de los asuntos públicos en los últimos tiempos.
A la cita de este año han sido invitados José Manuel Soria y Ana Botella. Se supone que en su condición de ministro de Industria, Comercio y Turismo y de alcaldesa de Madrid, respectivamente. Sin embargo, ha sorprendido que el espacio destinado a recoger su curriculum vitae permaneciera en blanco en ambos casos. Ella lo ha atribuido a un error de la organización. Yo me lo creo. Aparte de su conocimiento de inglés, nivel usuario, se sabe que Botella es licenciada en Derecho y funcionaria –técnica en Administración Civil del Estado- excedencia. No se le conocen otros méritos pero es más de lo que otros con más ínfulas pueden alegar.
Con notables y honrosas excepciones, en los últimos años la preparación media, el curriculum de los políticos que hacen fortuna es nivel Carromero. Toda una generación de jóvenes –ellas y ellos- que llegan a la universidad con la mirada puesta en el carnet de militante de uno de los dos partidos mayoritarios, que son los que reparten poder. Los más espabilados llegan a acabar la carrera que iniciaron, pero los hay que ni eso. Total, ¿p’aqué?, se dicen tan pronto como consiguen ponerse a resguardo de un ministro, de un presidente autonómico o de un alcalde de capital de provincia.
La Administración Pública está llena de asesores nivel Carromero –incluido el propio Carromero,que asesora al Ayuntamiento de Madrid- gente ignorante en todas las disciplinas. Algunos se hacen un hueco en las listas municipales y así tenemos concejales, incluso alcaldes, totalmente indocumentados, razón por la que lo mismo valen para un roto que para un descosido pero que, por alguna extraña razón, suelen acabar en la frontera de los asuntos urbanísticos. Como la vida está dura y la vida buena es cara, algunos de estos se especializan en historia antigua y acaban haciendo el egipcio con total soltura. Otros son insobornables pero inútiles. Sólo unos pocos se preocupan por mejorar su formación intelectual y política. Los menos.
Si el edil tiene desparpajo y aprende el abecé de la comunicación –esto es, mirar fija y seductoramente a la cámara y no enredarse con el micro, hablar con buena voz sin decir nada significativo, repetir sin inmutarse el argumentario del partido, justificar el ucase del momento- puede llegar a hacer carrera. Carrera política, se entiende. Con suerte, el partido le financiará un curso o un máster en liderazgo en la gestión pública y le aconsejará leer los informes de la fundación vinculada a su ideología –Faes o Ideas, según- y hasta puede que le encomiende un trabajo de confianza. Por ejemplo, llevar una ayudita a Cuba. Se dan casos en que la policía castrista detiene a los visitantes antes de bajar del avión, a veces por bocazas y otras porque se les ven los euros a la legua. No se sabe que es peor si que los devuelvan en origen o que los dejen entrar. Como demostró Carromero, no hay nada más peligroso que el fuego amigo.      
A fuerza de traer y de llevar algunos se hacen un hueco en las listas autonómicas, incluso a las nacionales. A las europeas no, esas están reservadas a los traseros que precisan una patada hacia arriba. Y en una de esas vueltas que da la vida, ocurre que el partido saca mayoría absoluta y hay muchos huecos que cubrir. Muchos. De ministro para abajo, cantidad de ellos. Y ahí tenemos al Carromero de turno jurando sobre la biblia o sobre la constitución, o sobre ambas, cumplir y hacer cumplir las obligaciones propias de su cargo. Los hay que aprenden economía en cursos de una tarde, arquitectura en una mañana o cultura por correspondencia.
Luego hay que mandar un curriculum y tenemos un problema. De organización, claro.

3 comentarios:

  1. Ya ves. Por estas tierras nos limitamos a convocar oposiciones, nombrar el tribunal y sacar el número uno con diferencia.

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  2. el otro día me contaba mi padre desayunando que le había chocado ver un cartel en una cadena de esas de panaderías, en el que se ofrecía trabajo en la panadería y a cambio se pedía dos idiomas y una licenciatura...
    a mí me choca que haga falta más curriculum para vender pan en una franquicia de panaderías que para ser alcaldesa o para ir a actos como el davos este...

    igual deberíamos empezar a pedir los curriculums los ciudadanos a determinados cargos, no?...
    como siempre, me ha encantado...
    besotes!!!

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