viernes, 22 de abril de 2016

Mujeres al natural

En el supermercado encuentro con frecuencia a una cajera que ha dado a luz hace poco a su tercer hijo. Es amable y muy competente, conoce la palabra adecuada para cada cliente. Le pregunto por la niña recién nacida. Se está criando bien pero ya me he plantado, entre la casa, los niños y el trabajo estoy agotada, me confiesa.
En este súper me encontraba con Iciar Bollaín cuando aún vivía en el barrio (se trasladó y ahora reside en Edimburgo, según creo) y a veces pegábamos la hebra. Recuerdo una ocasión que la encontré comprando mientras llevaba en el carrito a uno de sus niños y a otro de la mano. Nos entretuvimos hablando sobre una de sus películas hasta que nos dimos cuenta de que había desaparecido el niño. Susto en el cuerpo, nivel sólo comprensible para una madre, hasta que encontramos a la criatura detrás de la cortina de un fotomatón que entonces había en la puerta del súper. Qué pesadas sois, nos dijo la criatura cuando lo descubrimos.
Otro día coincidí en la salida del súper con una mujer joven, cargada de bolsas. En la puerta, un tipo también joven le cerró el paso. ¿Dónde vas tan guapa a estas horas?, preguntó en un tono chuleta. Donde a ti no te importa, respondió ella. Claro que me importa, porque tú eres mi novia y mi novia va donde yo quiero que vaya, insistió él. Yo no soy tu novia y ya estás tardando en dejarme en paz, contestó ella, en tono firme. Él hizo ademán de cogerla del brazo pero ella se retiró. Si me pones la mano encima otra vez te rajo, le amenazó en tono lo suficiente alto para que lo oyéramos todos los que estábamos cerca, incluido el vigilante, que se acercó al grupo que se había formado. Y en ese momento, oh, milagro de la naturaleza, el chuleta pareció encojerse, incluso físicamente, nos miró con cara de sorpresa y se fue. Porque los machistas no agreden a la policía, ni a sus jefes, ni a otros hombres, nunca a un superior, ni siquiera a sus iguales, solo agreden a quienes creen inferior, los muy valientes.
Ayer, salimos con intención de ver los actos cervantinos cerca del Congreso pero llegamos con mucho tiempo de adelanto. Luego saldrá el presidente a hacer una ofrenda floral a Cervantes, nos informaron. Mientras pensábamos donde ir vimos cómo una señora mayor dejaba una flor a los pies del monumento y seguía su camino arrastrando un carro de la compra, ajena a la parafernalia de cámaras que esperaban la salida de los diputados. Decidimos que nada sería tan sincero y emocionante como ese homenaje callado y anónimo y nos fuimos.
Entramos a la exposición de los Realistas de Madrid, en el Museo Thyssen. Amalia Avia, Antonio López, Francisco y Julio López, María Moreno, Esperanza Parada e Isabel Quintanilla. Un grupo histórico y generacional de pintores y escultores que han vivido y trabajado en Madrid desde la década de 1950, unidos tanto por las vinculaciones de su formación y de su trabajo como por sus relaciones personales y familiares, reza la presentación. Ochenta y nueve piezas expuestas, algunas, magníficas. Cuatro mujeres y tres hombres. ¿Quiénes dirás que son los famosos? Efectivamente, ellos.
Por la tarde, he quedado con mis amigas para asistir al homenaje que la UNED rinde a Celia Amorós, recientemente jubilada. Quedamos antes para ponernos al día. En el grupo hay una catedrática, una doctora premio extraordinario, otra que prepara el doctorado, dos jubiladas, hablando de lo que nos inquieta: nuestros mayores, nuestros nietos, nuestros hijos, la falta de tiempo... Finalmente, entramos al acto. Está lo más nutrido del feminismo de las últimas décadas. Para medir el éxito de la convocatoria habrá que contar el número de hombres que asistan, advierte una de las amigas.
Celia Amorós es un referente en el feminismo de la igualdad, catedrática de Filosofía de la UNED, ha investigado sobre la implicación entre feminismo e ilustración, sobre la mujeres en el Islam y los derechos humanos y sobre los derechos de las mujeres en el marco del multiculturalismo. Fue la primera mujer en obtener el Premio Nacional de Ensayo, en 2006. No llegan a una docena los hombres que asisten a su homenaje.
No hay por qué extrañarse. El trabajo no remunerado -que incluye el cuidado de niños, enfermos y mayores, que recae mayoritariamente en las mujeres- equivale al 53% del producto interior bruto nacional, según ha estudiado Maria Ángeles Durán, socióloga, investigadora del CSIC. Pero la contabilidad nacional, que sí incluye la incidencia de la prostitución o el mercado de la droga, sigue sin evaluar en el PIB la atención de proximidad y el trabajo no remunerado en el ámbito familiar.
Vuelvo a casa animada por el recuerdo de mis amigas, tan competentes en su trabajo, tan útiles en su familia, que parecen multiplicarse para estar en todas partes. Por el recuerdo de las pintoras del realismo madrileño y de Celia Amorós, tan brillantes o más que sus pares, menos reconocidas, olvidadas en el homenaje. Pienso también en Iciar Bollaín, una de esas mujeres que te suben la moral, que lo mismo hace películas comprometidas que la compra, con toda naturalidad. Pero pienso, sobre todo, en esas mujeres anónimas que siguen trayendo hijos al mundo, atendiendo su casa y su trabajo con eficiencia, sin perder la sonrisa, en esas mujeres amenazadas que plantan cara al machismo y salen adelante, en esa mujer lectora que va a poner flores ante el monumento a Cervantes.

2 comentarios:

  1. Me ha emocionado la anciana, sin duda mucho más sentido que la extraña gracia de homenajear a Cervantes plantando a los leones del Congreso las gafas de Quevedo.

    Un beso

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  2. y en esas mujeres que escriben posts como este y que nos emocionan a las demás...
    besotes!! y que, como siempre, es un placer venir a leerte!!!

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