miércoles, 2 de septiembre de 2015

Los Barruecos de Malpartida de Cáceres e internet


Cada 11 de febrero se celebra el Día Internacional de Internet Seguro, una llamada de atención al uso responsable y seguro de las tecnologías. Nuestro día, el día de quienes hemos encontrado en la tecnología en general e internet en particular una forma de ampliar nuestro conocimiento, nuestras relaciones. ¿Para qué se ha inventado internet si no es para conocer a personas estupendas que de otro modo nunca hubieras encontrado? La tecnología es algo prodigioso pero las personas lo somos más aún.
Adelantándonos a la celebración de nuestro día, a finales de enero nos citamos en Cáceres, acompañados de la siempre inteligente y atenta Pilar de Abalorios y de su santo, acogidos a la generosa hospitalidad de Valentín y Mari Paz, en la acogedora casa palacio Valdomicer. Nosotros somos el ejemplo palpable de que internet no sólo es seguro sino muy aconsejable.
Con tan fausto motivo, Valentín nos había preparado un programa al que sólo se le podía poner una objeción: saber si íbamos a ser capaces de sobrevivir. Sobrevivimos pero aún no hemos sido capaces de digerir tanta belleza, tanta risa y, todo hay que decirlo, tanta comida. Trataré de contar la expedición en sucesivas etapas.
Los Barruecos de Malpartida de Cáceres es un trozo de paraíso que debió desprenderse del Edén. Un lugar en el que se conjugan el agua, unas piedras graníticas con formas caprichosas y una dehesa en la que campan a sus anchas caballos, rebaños de ovejas, cigüeñas y otras aves que pasan aquí el invierno. No descubro ningún secreto, el paraje está declarado Monumento Natural.
En 1974 apareció por aquí Wolf Vostell, un alemán de aspecto estrafalario que se decía artista y había descubierto la técnica del dé-coll/age. Este padre del Happening europeo e iniciador del movimiento Fluxus, estaba casado con una extremeña y cuando descubrió este rincón decidió que era su lugar en el mundo. Empezó por proclamarlo Obra de Arte de la Naturaleza y a partir de ahí se aplicó a crear un museo en el que recopiló buena parte de su obra, un lugar de encuentro del Arte y la Vida.
¿Por qué el proceso...
Para ello fue preciso rehabilitar una vieja instalación industrial ya en desuso y en riesgo de ruina: un antiguo lavadero de lanas en el que trabajaron más de cien personas y se movieron más de 80.000 arrobas de lana al año. De su importancia económica a mediados del siglo XIX dieron testimonio Antonio Ponz y Pascual Madoz. El conjunto es una obra sorprendente y admirableSobre el contenido, sabido es que el arte es algo de gusto e interpretación personal e intransferible, pero el continente es un prodigio de recuperación, una lección sobre el terreno de las viejas industrias que llevaron riqueza a los pueblos. En una de las naves se ha instalado un Centro de Interpretación de las Vías Pecuarias e Historia del Lavado de Lanas de los Barruecos, en acertada combinación de tecnología y tradición. Un lugar que debiera ser visita obligada para los jóvenes estudiantes españoles. En 1988 la Junta de Extremadura lo declaró Bien de Interés Cultural-Sitio Histórico.  

El museo acoge exposiciones temporales –en el momento de nuestra visita una de Guinovart- e instalaciones exteriores. Dos resultan especialmente llamativas: una de Yoko-Ono (Pintura para clavar un clavo en la cruz), otra del propio Vostell (¿Por qué el proceso entre Jesús y Pilatos duró sólo dos minutos?). No son los únicos carteles que nos llaman la atención. Junto al puente, una advertencia nos llena de incertidumbre. “Peligro no tirarse”, reza. Y no sabemos qué hacer, si tirarnos o no. Finalmente, optamos por pasear por el entorno de la presa y hacer fotos a piedras, árboles y semovientes.

1 comentario:

  1. Qué delicioso recuerdo y cómo me alegro de que finalmente decidiésemos nos tirarnos, al menos a la primera.
    Por cierto, este paraje compite por la declaración de sitio más bonito de España, ¿habéis votado ya?
    besos

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