La
del 13 de noviembre había sido una tarde feliz: habían premiado a
una amiga muy querida, me había reencontrado con otras, había
charlado con Sol Gallego-Díaz, una periodista a la que admiro, había
escuchado propuestas interesantes, una tarde completa.
La
presidenta recordó que el feminismo es un movimiento liberalizador:
salir a la calle, conducir, votar, abrir una cuenta, son conquistas
del feminismo. Lamentó que desde algunos sectores se invoque la
libertad de las mujeres para tapar la precariedad laborar al decir
que prefieren quedarse en casa. O se atribuya a la mujer lo que no es
sino carencias: culpabilizamos a la víctima porque no denuncia en
vez de culpar al compañero que la maltrata y la mata. Hay mucho que
celebrar pero mucho por hacer; vamos despacio pero vamos lejos,
concluyó, en la presentación de los premios.
La
periodista declaró que a lo largo de su vida había intentado pelear
por lo que merecía la pena, convencida de que todo lo que puede ir a
peor va a peor, salvo que se haga lo necesario para que no vaya, y
recordó que lo que se ha conseguido en materia de derechos es porque
se ha peleado. Reclamó la necesidad de que se pierda el miedo a la
palabra feminismo porque ha sido esencial para llegar donde estamos.
Constató que las mujeres están sufriendo la crisis más que los
hombres. Es injusto que las mujeres tengan que defender derechos
elementales como igualdad de salario; para luchar por los derechos de
la mujer no debería ser necesario ser mujer, debería bastar con
creer en los derechos humanos, finalizó.
Había
sido una tarde feliz. Nos habíamos reído, nos habíamos abrazado,
con los viejos amigos, habíamos comprado lotería de la FMP con un
número que por sí sólo es signo de fortuna: 11031. El 1 de octubre
de 1931, fecha de la aprobación en las Cortes el voto femenino. Nos costó
despedirnos y abandonar la Fundación Julián Besteiro, donde se
había celebrado el acto.
Llegamos
a casa pasadas las 21,30. Hace 23 años, que también era viernes,
estábamos cenando con Nani D'aolio y otros amigos cuando nos dieron la
noticia de que habían matado a Lucrecia Pérez. No habíamos terminado de cenar cuando twitter empieza a
chorrear noticias de París. Son instantes de desaliento pero yo quiero
recordar las palabras, el ejemplo, la lucha conjunta de tantas
personas de buena voluntad a la hora de conjurar los malos augurios,
de alejar el derramamiento de sangre. Nosotros, los pueblos, tenemos
que decir basta.
Cualquier movimiento que beneficie y movilice a la mujer a activarse en pro de la sociedad y de la propia mujer es muy bien recibido por una gran parte de los hombre y mujeres que aquí vivimos. Desgraciadamente no son las que salen en televisión, aquí falla el sistema y ya se sabe lo que se dice de la tele, si no sales no existes, por ello, esas mujeres que salen en determinados programas (Tele 5 por ejemplo), o esas políticas de la derecha rancia, algunas también de la mal llamada izquierda, estropean todo lo bueno que aquellas mujeres hacen. Las mujeres, desgraciadamente, tenéis al mayor enemigo entre vosotras mismas.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias por el remanso de paz, de lucha y de reconocimiento, es dificil comprender cómo de repente todo se quiebra, pero hay que poder rescatar lo bueno, es lo que nos alimenta.
ResponderEliminarSobre qué está pasando contra el feminismo, creo que necesitamso más espacio y seguro que tú lo cuentas mejor.
Un abrazo