lunes, 10 de agosto de 2015

Museo del Romanticismo: una mirada al siglo XIX

 

Si vives o pasas por Madrid tienes que ser muy rara para no encontrar un museo a tu gusto. Los hay de todo tipo y tendencias. Anota, por si te apetece, el Museo del Romanticismo. Hasta hace poco se llamaba Museo Romántico pero, tras unos años de obras, ha sido actualizado y la actualización ha alcanzado incluso al nombre. Da lo mismo, si te decides a visitarlo vivirás una inmersión en el siglo XIX, con ayuda de las tecnologías propias del XXI.
El museo ocupa un palacete neoclásico en el número 13 de la calle San Mateo. Construido a finales del XVIII en un solar del marqués de Matallana, según proyecto del arquitecto Manuel Rodríguez, a comienzos del XIX fue comprado por el conde de Puebla Maestre, cuyo escudo orna la puerta principal.
En 1921, aparece como titular el marqués de Vega Inclán quien establece en él la Comisaría Regia de Turismo y en 1924 crea el Museo Romántico; en 1927 es adquirido por el Estado. 
El museo se constituye con los fondos donados por el propio Vega Inclán y las donaciones y depósitos de personalidades de la época, como Alenza y el Marqués de Cerralbo, y con objetos pertenecientes a grandes escritores, caso de Larra, Zorrilla y Juan Ramón Jiménez, que con el tiempo se irían ampliando con nuevas aportaciones.
Durante la guerra civil se encomendó la dirección del museo y la protección de sus fondos a RafaelAlberti, quien también se encargó de la evacuación de los fondos del museo del Prado.
Si se accede por el portón de la calle San Mateo (hay otra puerta por la calle de la Beneficencia para facilitar el acceso a personas con movilidad reducida) la impresión del visitante es que se halla ante un palacete abandonado por sus antiguos ocupantes para irse de vacaciones. La escalinata conduce a la planta noble de la casa, distribuida por numerosas dependencias, como debieron ser las grandes casas de la nobleza decimonónica: salones de estar, de recibir, de baile, sala de juego, dormitorios, vestidores, cuartos infantiles... Cada pieza con su mobiliario correspondiente, con objetos que pertenecieron a personalidades que definieron el romanticismo. Ahí están, entre otros muchos, los retratos de Mariano José deLarra y de Dolores Armijo, la mujer que le condujo al suicidio.   
En la última y reciente modernización del museo se han incorporado las nuevas tecnologías que permiten la representación mediante vídeos o proyecciones de escenas pudieron vivirse entre sus paredes.
La visita tiene un aliciente añadido: el salón de té, con salida a un coqueto jardín donde en días de bonanza es más fácil aún trasladarse al siglo XIX.  

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