lunes, 17 de agosto de 2015

Urueña, Villa del Libro

Al finalizar el año pasado, España contaba con 8.117 municipios, de los que 1.220 tenían menos de 100 habitantes, 2.661 entre 100 y 500 y 1.033 entre 500 y 1.000. En total, 4.914 pueblos con menos de un millar de habitantes. Las series estadísticas del INE reflejan una pérdida progresiva de población, mayor cuanto más pequeño es el pueblo. Todos aspiramos a disfrutar de buenos servicios asistenciales que, evidentemente, no están accesibles en núcleos reducidos. ¿Cómo fijar la población? Cada cual hace lo que puede.

Urueña es un pueblo de la provincia de Valladolid situado sobre un otero, en las estribaciones de los Montes Torozos, en plena Tierra de Campos. Su recinto amurallado acoge un caserío bien cuidado ocupado por 182 habitantes. Pero hay algo que hace especial a Urueña: sus nueve librerías y sus cinco museos. Más que especial, se diría que es un caso milagroso que bien merece una visita.
Si se llega desde la N-VI, hay una parada obligatoria antes de atravesar la muralla. A la izquierda de la carretera surge una ermita románica con ornamentación lombarda dedicada a la Anunciación, patrona de los carrasqueños, gentilicio de los naturales de Urueña. La construcción original es del siglo XI pero en el XVIII se añadió un camarín sobre el ábside y ahí sigue. El lugar ofrece una excelente vista de Urueña, que se encuentra a un tiro de piedra; su campa acoge la romería cada 25 de marzo.  

La sombra de Urueña se extiende hasta la prehistoria  -en este lugar se han hallado restos del neolítico- pasa por una ocupación de los vacceos y se asienta en la ocupación romana, donde llegó a ser plaza fuerte, debido sin duda a su posición estratégica sobre la comarca. Aquí se han encontrado monedas con la efigie del general Romano Pompeyo, del siglo I de nuestra era. En el siglo X aparece relacionada con el monasterio mozárabe de San Pedro y San Pablo de Cubillas, que daría lugar a la ermita de la Anunciada, pero es a partir del siglo XI cuando entra en la historia de pleno.
A mediados de ese siglo, Fernando I mandó construir el castillo y un siglo más tarde, doña Sancha, hermana de Alfonso VII el Emperador, manda construir las murallas y puebla la villa. En el siglo XII, la villa pasa a poder de los monarcas leoneses y en el XIV aparece como cabeza de la Merindad del Infantado de Valladolid y arciprestazgo de la diócesis de Palencia, con tres parroquias. Un siglo después forma parte del señorío de la familia Girón en el que permanecerá hasta el XIX. En 1464, Alonso Téllez Girón se convierte en primer Conde de Urueña. Varios nobles radicados en la villa alcanzaron fama allende sus fronteras, con una curiosa propensión de los Minayo por la dignidad episcopal. El 3 de octubre de 1876, Urueña sufrió un incendio que arrasó 89 de sus casas más humildes. De aquel fuego se recompuso también reconstruyendo un nuevo caserío que aún puede admirarse.   
Urueña es una población de hechura medieval, con algunas casonas de piedra de sillería y una mayoría de adobe. Desde 2014 es miembro de la Asociación de los Pueblos más bonitos de España, aunque lo que le hace realmente singular desde 1975 es su condición de Villa del Libro, la única en España, de la red de Villas del Libro del mundo.
El castillo, de buena apariencia, y la muralla es lo primero que llama la atención del viajero. El primero fue mandado construir por Fernando I en 1060 sobre la antigua fortificación romana y sirvió de residencia a doña Urraca, que da nombre al torreón en que confluyen castillo y muralla, conocido también como Peinador de la Reina; en este castillo visitaba Pedro I el Cruel a María de Padilla y aquí sufrieron prisión los condes de Luna y Urgel y la infanta Beatriz de Portugal. En el capítulo de prisioneros merece mención especial el pobre Conde Pedro Vélez, que tuvo la osadía de pretender a una prima del rey Sancho III, lo que le valió una sentencia inmisericorde: “No le den cosa ninguna donde pueda estar echado y de cuatro en cuatro meses le sea un miembro quitado hasta que con el dolor su vivir fuese acabado”. Así se las gastaba la realeza en la época.

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