¿Alguien de los aquí presentes logró aprenderse la lista de los reyes godos? A mí que no me miren, nunca puse mucha intención pero, entre tanto nombre imposible, siempre chocaba uno sonoro, rotundo y raro entre los raros: Wamba. Bien, pues este buen hombre parece que llegó a ceñir la corona a su pesar y por un hecho fortuito. Ocurrió que Recesvinto fue a morir en el verano del año 676 en un lugar de nombre Gérticos y, de acuerdo con la tradición, su sucesor había de ser proclamado en el lugar del óbito del anterior rey. Se pusieron a buscar y apareció Wamba, hombre de edad avanzada y poco dado a realezas. Más, aceptó y fue proclamado rey el 1 de septiembre de aquel año y aún reclamó ser confirmado, lo que ocurrió en Toledo, siendo ungido el 20 del mismo mes por el obispo Quirico. De donde cabe deducir que el metisaca eclesiástico nos viene de antiguo y que en materia de nombres los godos son muy suyos.
Cuando los viajeros llegan a Wamba, una apacible y soleada tarde de primavera, no se ve un alma en la plaza, donde se alzan, casi colindantes, la Casa Consistorial y la iglesia de Santa María. Los pájaros, en cambio, parecen despendolados por el estreno primaveral y llenan el espacio de trinos, en una formidable algarabía. Un letrero en la puerta de la iglesia indica que número al que deben llamar si desean visitarlo.
Mientras esperan a la guía los viajeros pueden deleitarse en la contemplación de la portada románica, que se abre a poniente sobre un arimez con tejaroz soportado por canecillos de cabezas de animales y de personas con gestos de burla. Orna la entrada un tímpano –en el que aparece la fecha de edificación en 1195- y tres arquivoltas de medio punto decoradas con motivos geométricos. Las columnas que soportan los arcos muestran capiteles vegetales.
El cuerpo de la iglesia es románico y se levantó a partir del siglo XII, cuando la iglesia pasa a depender de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén. Tres naves de tres tramos bien engarzadas con la cabecera mozárabe, con arcos apuntados sobre pilares rectangulares con dos semicolumnas adosadas. Aunque la mayoría de capiteles son vegetales, los hay historiados sumamente interesantes, como el conocido como el peso de las ánimas, y otros que muestran viejos oficios. En esta iglesia fue enterrada la reina Urraca de Portugal, esposa de Fernando II de León y madre de Alfonso IX.
A esta construcción, se añadió por el crucero norte un compartimento cubierto de bóveda de aristas, con una columna central, pinturas y esculturas y un osario, del que se conservan miles de esqueletos de los siglos XIII al XVIII, de hombres, mujeres y niños. Como te ves, yo me vi. Como me ves, te verás, advierte una leyenda en el osario. Por si alguien había pensado otra cosa.
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