martes, 25 de agosto de 2015

Praga: Mala Strana, Isla de Kampa y Petrín



En Mala Strana parece haberse parado el tiempo. En este Barrio Pequeño –que ese es el significado de Mala Strana- que se recuesta en la colina del Castillo, en la orilla izquierda del Moldava, su tejido urbano es el mismo desde el siglo XVIII, con sus palacios barrocos y sus casas blasonadas.

Palacios y casonas dedicadas a servicios turísticos, la mayoría de ellas, o a representaciones diplomáticas. Muchas de las embajadas acreditadas en la República Checa radican en este barrio.

El eje de Mala Strana gira en torno a la plaza del mismo nombre, fundada en 1257, que se extiende a la sombra de la iglesia de San Nicolás, una construcción imponente. Inicialmente, este espacio fue ocupado por un mercado, pero a lo largo del tiempo aquí tuvieron su sitio una horca y una picota. Frente a San Nicolás se levanta el palacio Lichtenstein y la columna de la Santísima Trinidad, que recuerda el final de la peste de 1713. El perímetro de la plaza está orlado de restaurantes, bares y cafetines, cada uno con su propia historia y tradición. Resulta difícil encontrar lugar en cualquier de ellos, pues éste es punto de peregrinación de todo turista –incluso viajero- que se precie.

En Praga se da la curiosa coincidencia de que, situados en el puente de Carlos, si se mira hacia la ciudad vieja se atisba la cúpula de la iglesia de San Nicolás y si, volviéndose de espaldas a la ciudad vieja, se mira hacia Mala Strana se ve la cúpula… de otra iglesia de San Nicolás. Ésta es de mayores dimensiones, fue construida a partir de 1703 y renovada a lo largo del siglo XX. Destacan en su interior los frescos, el púlpito y las estatuas de los Padres de la Iglesia.

Otro de los lugares de peregrinación de Mala Strana es la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, en la calle Karmelitska, donde se guarda el Niño Jesús de Praga, tenido por muy milagroso e históricamente vinculado a una familia española.

A pocos metros de la bulliciosa Plaza de Mala Strana, hay lugares que parecen apartados del mundo. La Plaza Maltesa, que toma su nombre del Gran Priorato de los Caballeros de Malta que aquí estuvo, y la inmediata Plaza del Gran Priorato, invitan al paseo sosegado. En el centro de la primera se alza la estatua de San Juan Bautista, en la segunda se levanta el muro en honor de John Lennon, que en un tiempo tuvo valor reivindicativo.

Museo de Arte Moderno de Kampa

Desde aquí se puede acceder a la isla de Kampa, un parque separado de Mala Strana por el llamado arroyo del Diablo. La zona de esta isla artificial más próxima al puente de Carlos fue famosa por sus mercados de alfarería. Pasear por los jardines y parques de la isla de Kampa, recorrer su museo de Arte Moderno, sentarse en un bar de la orilla del río teniendo a la vista la fachada fluvial de la ciudad vieja es un placer que alivia el cansancio de tanto trajín.

 


La isla fue totalmente anegada durante las inundaciones del año 2002 y aunque se ha hecho un esfuerzo enorme por recuperar los daños ocasionados, en algunas instalaciones aún se aprecian sus efectos.
El parque de Petrín se encuentra al oeste de Mala Strana. Sus 318 metros de altura hacen de él un magnífico mirador desde el que se contempla toda la ciudad. Se puede acceder a la cumbre siguiendo sus senderos serpenteantes, protegidos por árboles y abundante follaje, o bien mediante un funicular que recorre el mismo trayecto en línea recta y en pocos minutos. Nosotros optamos por este medio y nos alegramos de la decisión.

Además de las vistas panorámicas de Praga, el parque de Petrín ofrece varios puntos de interés, algunos de ellos testigos de la Exposición Nacional de 1891. El mirador es una torre octogonal de 60 metros de altura que imita la de Eiffel. Una escalera de 299 escalones conduce al mirador propiamente dicho. El Laberinto de los Espejos es otro legado de la Exposición. Se trata de un lugar muy apreciado por los niños de Praga.

Observatorio de Stefanik
El Observatorio de Stefanik se encuentra en la cumbre de Petrín y desde 1930 está abierto al público. Está atendido por un equipo de jóvenes que muestran el anticuado artilugio con un entusiasmo contagioso.
Una parte del parque está atravesado por la muralla construida por orden de Carlos IV entre 1360 y 1362, de la que se conservan 1.200 metros. Se cree que toma el nombre del hecho de que el rey encargara su construcción para dar ocupación a los pobres durante una hambruna.

El parque es una sucesión de bosquecillos, jardines, sendero y miradores que descienden hacia la ciudad. Algunas plazoletas en las que desembocan los senderos del parque están adornadas con esculturas de los próceres checos, Jan Neruda, entre ellos.



 

La arteria que comunica la Plaza de Mala Strana con el Castillo, Nerudova, toma el nombre de este escritor, en homenaje al cual adoptó su identidad literaria el escritor Pablo Neruda, cuyo nombre real era Ricardo Neftalí Reyes Basoalto. Jan Neruda, figura destacada del realismo checo, merecería calle en cualquier lugar de Praga pero muy especialmente en este barrio si se tiene en cuenta que su obra más conocida fueron los “Cuentos de Mala Strana”. Ciertamente, hay un algo en el barrio que compagina bien con estos relatos, que hace verosímil cualquier sucedido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lo que tú digas